El Foro de Debate Ciudades que Cuidan, impulsado por Fundación Mémora, ha reflexionado sobre la necesidad de reconvertir el cuidado de las personas que lo necesitan en un deber a nivel individual y colectivo. Asimismo, ha destacado la necesidad de revalorizar el rol de la enfermería como disciplina y como grupo profesional clave en la definición de las estrategias públicas de cuidados.
La decimoctava sesión del Foro, realizada el martes por la tarde y seguida virtualmente por unas 150 personas, fue presentada y moderada por Joan Berenguer, director de la Fundación Mémora, y contó con las aportaciones de Fernando Martínez, presidente de la Sociedad Española de Enfermería Geriátrica y Gerontológica (SEEGG) y miembro del Consejo Asesor de la Fundación Mémora; M. Lourdes Jiménez, profesora de la Universidad de Valladolid y miembro del grupo Aurora Mas de Investigación en Cuidados; Josep Paris, exgerente del Col·legi Oficial d’Infermeria de Barcelona y actualmente director de Desarrollo Corporativo de Serveis Funeraris de Barcelona, y Cristina Muñoz, responsable de Programas y Calidad en el Centro San Camilo.
Fernando Martínez apostó por “potenciar y dar valor al cuidado, tanto profesional como no profesional”, con la premisa de que todos los ciudadanos sean parte activa del cuidado. También consideró que la pandemia ha visibilizado la profesión de la enfermería y pidió “ser justos” y reconocer la labor de este colectivo en ámbitos como las residencias para personas mayores, donde han tenido que adaptarse a situaciones de “muchas horas de trabajo, descansos anulados, vacaciones suspendidas y una carga emocional que está pasando factura y que seguro estará pasando factura en los próximos meses”. “Esta pandemia nos deja la obligación de revisar las ratios de profesionales en los centros sociosanitarios, en especial el de enfermeras”, insistió.
Martínez también resaltó la importancia para la Ciudad Cuidadora del “enfoque enfermero para aportar una visión amplia sobre el individuo y la sociedad”, ya que, “las enfermeras siempre han desarrollado su actividad profesional atendiendo necesidades del individuo pero también de la comunidad”. Por último, también remarcó que “cuidar no es innato de las mujeres” y que “para cuidar es preciso tener conocimiento, tener formación, tener motivación y, sobretodo, ser conscientes de que es tarea de todos”.
La enfermería como “líder que medie por la salud de la población”
Lourdes Jiménez, por su parte, recalcó que la enfermería “tiene que ser un líder que medie por la salud de la población”, ya que su rol es “acompañar a las personas a lo largo de su etapa vital, desde que nacen hasta final de vida”. También diferenció entre el cuidado profesional que aporta la enfermería, que es “científico y humanista, y que requiere un aprendizaje”, y el cuidado en genérico, que “debería ser incorporado en el hacer de todas las personas”.
En este sentido, explicó que “el cuidado nos hace ser más humanos”, frente a la tendencia al individualismo y a la “liquidez de la sociedad”. “Esta liquidez de la sociedad hace que haya personas que sean consideradas como desechos humanos” al no ser productivas económicamente y que las personas mayores se vean como “algo totalmente superfluo”, invisibilizando su aportación no monetaria a la sociedad.
El exgerente del Col·legi Oficial d’Infermeria de Barcelona Josep Paris señaló que el cuidado “cada vez es más compartido, pero el liderazgo tiene que ser enfermero”. Asimismo, consideró que la etapa de la pandemia ha sido “un revulsivo para visibilizar más de cara la sociedad el papel real que están haciendo las enfermeras” en ámbitos como el soporte en las residencias y las unidades de cuidados intensivos.
“Este liderazgo a través del cuidado ha servido para ver la imperiosa necesidad de tener enfermeras bien formadas y poner sobre la mesa la falta de enfermeras en este país, que se va a ver agudizada con las jubilaciones en los próximos años”, declaró. Además, subrayó que la pandemia ha demostrado la “importancia del autocuidado para los profesionales de la salud”, tras vivir un elevadísimo impacto emocional y un gran agotamiento físico.
Por último, Cristina Muñoz incidió en la capacidad de la enfermería para detectar situaciones de soledad no deseada, apuntando que “toda experiencia de salud y de enfermedad comporta también un impacto en la dimensión social de las personas”. “Esos momentos son buenos momentos para identificar el entorno de las personas y ver como está”, añadió.
Sobre el impacto de la pandemia, Muñoz también señaló que, a causa de las situaciones de muerte en soledad, muchas familias no pudieron despedir a sus seres queridos. En este contexto, la enfermería promovió “fórmulas alternativas de despedida” para mejorar el proceso de duelo de las familias.