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La sedación difícil (SD) es toda aquella situación en la que el paciente, en Ventilación Mecánica, necesita dosis de sedantes más altas de lo habitual para conseguir el grado de profundidad de sedación deseado, o cuando aparecen problemas derivados del descenso de la dosis de los sedantes que se están administrando.

Analizar el perfil de los pacientes que han desarrollado sedación difícil, determinar la prevalencia de síntomas de ansiedad, depresión y/o trastorno del estrés postraumático (TEPT) y examinar su asociación con el SD es el objetivo de la tesis “Trastornos Psicoemocionales al alta en pacientes que desarrollan Sedación Difícil en la Unidad de Cuidados Intensivos” de la enfermera de CODITA, Diana Gil.

“La analgesia y la sedación permiten a los pacientes tolerar procedimientos mientras mantienen una función cardiovascular y respiratoria adecuada, así como la capacidad para responder a estímulos ya sean verbales y/o físicos excepto cuando exista indicación específica de sedación profunda. Por eso, conocer la fisiopatología del dolor y la ansiedad es esencial para su correcta aplicación clínica” explica Gil. “Con mi tesis pretendo destacar el papel activo de la enfermera como responsable del adecuado manejo de la analgosedación (administración de analgesia y sedación) en los pacientes críticos”, explica en su escrito.

Metodología

Todos los pacientes críticos sometidos a ventilación mecánica y analgosedación durante más de 24 horas fueron seguidos prospectivamente hasta la muerte o seis meses después del alta. Se ha comparado la presencia de complicaciones durante su estancia en la unidad de cuidados intensivos (UCI), así como las secuelas psicoemocionales (depresión, ansiedad y estrés postraumático) después de su alta, tanto del grupo de pacientes que presentaron SD como de los que no. Se realizó un análisis descriptivo y regresión logística multivariante.

Resultados de la investigación

La muestra fue de 327 pacientes, mayoritariamente varones (71,3%) y con una edad media de 60,9 años.

El 24,5% de los participantes desarrollaron SD, frente al 75,8% que no lo hicieron. El grupo que presentó SD era mayoritariamente del sexo masculino, más joven (media de 55 años) y menos grave que el grupo sin SD.

Casi el 50% de los pacientes con Sedación Difícil presentaron hábito tabáquico y consumo de alcohol de riesgo. En cuanto al consumo de sustancias psicoactivas y psicotrópicos prescritos, los pacientes que desarrollaron SD presentaban un mayor consumo anterior a su ingreso que los pacientes que no la desarrollaron.

Los pacientes que desarrollaron SD presentaron mayor variabilidad del nivel de sedación a lo largo del día, requirieron el uso de más de un sedante simultáneamente y estuvieron sedados una media de 197 horas más que quienes no presentaron SD.

En cuanto a los trastornos psicoemocionales, se observó que los síntomas compatibles con ansiedad, depresión y TEPT son más frecuentes en el mes del alta de la UCI en el grupo de SD, donde el porcentaje de trastornos psicoemocionales fue mayor en general.

“Los pacientes ingresados en una UCI sufren una enfermedad potencialmente mortal que les induce una respuesta intensa a nivel psicológico, el impacto emocional de esta experiencia puede tener repercusiones negativas durante la recuperación del paciente como demuestra el hecho de que la ansiedad, la depresión y los síntomas de estrés postraumático son más frecuentes entre los supervivientes de cuidados críticos que entre la población general” expone la autora de la tesis.

Por eso, los resultados de la tesis mostraron que más de la mitad (56,2%) de todos los pacientes ingresado en UCI presentaron síntomas compatibles con ansiedad psíquica al mes de haberles dado el alta, el 39,3% a los 3 meses y 31,3% a los 6 meses.

Asimismo, el 52,8% de la cohorte completa presentó síntomas compatibles con depresión al mes de abandonar la UCI, mientras que el 25% de los pacientes presentaron niveles de depresión considerados normales o leves. A los tres meses, la prevalencia de depresión disminuyó hasta el 40% y los más frecuentes grados de depresión son los más leves. Solo el 12% de los pacientes presentaron grados moderados o graves.

Por último, a los 6 meses todavía el 31% de la muestra refería síntomas depresivos, siendo el 50% intermitentes o leves. La depresión sigue el mismo patrón que la ansiedad (frecuencias superiores en pacientes que desarrollaron SD versus los que no la desarrollaron), llegando a presentar síntomas compatibles con ansiedad casi la mitad de la cohorte SD a los 6 meses del alta de UCI, en grados leves.

Entre las conclusiones del estudio, Diana Gil apunta que “el correcto manejo del dolor, la sedación/agitación y el delirium mediante escalas validadas y protocolos de analgosedación, es uno de los mayores retos para la Enfermería de cuidados intensivos de hoy día, constituyendo una prioridad en la práctica diaria. El personal de Enfermería debe saber gestionar la tecnología en beneficio del paciente y tener los conocimientos y habilidades necesarias para afrontar y resolver las situaciones críticas propias de las UCI”.