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El Consejo General de Enfermería (CGE) y la Asociación de Enfermería del Trabajo (AET) recuerdan, con motivo del Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo que se celebra el 28 de abril, que las enfermeras que cuentan con el título de especialista en Enfermería de Trabajo −unas 8.000 en todo el país−, se encargan de velar por la salud de más de 20 millones de trabajadores, personas sanas en las que la prevención cobra especial relevancia. Sin embargo, ambas organizaciones señalan que las administraciones públicas −Gobierno Central y CC. AA. − no apuestan por esta figura clave. Concretamente, indican que hay una grave escasez en nuestro país, pues esta especialidad es la que menos plazas convoca para la formación por la vía EIR.

Como explica Ascensión Pérez Sampayo, vocal de la especialidad de Enfermería del Trabajo en el pleno del CGE, “en función del número de trabajadores, las empresas deben contar con unidades básicas de salud que velen por la salud de los empleados. Sin embargo, como no hay suficientes enfermeras, mancomunan los servicios, a través de las mutuas, para cumplir la ley de prevención de riesgos laborales. Pero así no se puede dar una atención de calidad”.

Una situación que se va a ver agravada, según Araceli Santos, presidenta de la AET, porque en “los próximos años se prevé un número grande de jubilaciones de enfermeras, luego ya no dará tiempo a equilibrar la reposición de puestos de especialistas”. Sobre todo, porque cada año estas enfermeras, que se forman por la vía EIR, cuentan con muy pocas plazas de formación: 74 en la última convocatoria.

Educación y prevención

“Lo que no parecen entender es que la especialización en Enfermería del Trabajo lleva a tener una población sana, desde la prevención. El medio laboral tiene sus riesgos, pero se pueden prevenir desde la educación. Si formamos a los trabajadores en cómo deben desarrollar las actividades de su trabajo evitamos muchos problemas de espalda, mucho estrés, muchos problemas de salud mental. Si educas en salud eso conlleva menos absentismo laboral, menos bajas y con eso reducimos costes en las empresas, ante esa baja pagamos todos, cuando es una baja que se podría haber evitado, pues el cumplimiento íntegro de la ley de prevención de riesgos laborales beneficiaría tanto a los trabajadores como a las empresas, pues un trabajador sano es más productivo. Y toda esa prevención es el campo de actuación de la Enfermería del Trabajo”, incide Pérez Sampayo.

Además, como destaca la presidenta de la AET, resulta fundamental el que esta asistencia la realicen enfermeras especialistas pues “para nuestra especialidad se requiere una formación de 360 grados, muy holística, que nos aporta herramientas para la detección precoz y para la prevención. Debemos tener formación en comunitaria, trauma, urgencias, cirugía menor, otorrino, oftalmología, etc. Debemos tener conocimientos administrativos, de peritaje, capacidad investigadora… Es importante tener conocimientos de gestión, habilidades formativas y comunicadoras.”, subraya.

Por ello, recuerdan que formar en esta especialidad realmente es una inversión para mejorar la salud y garantizar la seguridad de los trabajadores.

Protección para el personal de Enfermería

Con respecto a la seguridad laboral, desde el CGE, también se incide en que es preciso proteger a las propias enfermeras. “Es fundamental que las instituciones pongan todas las medidas necesarias para proteger la salud y la seguridad de todos los profesionales en todos los estratos de la Sanidad y deben hacerlo con normas de obligado cumplimiento”, afirma Florentino Pérez Raya, presidente del CGE.

Pinchazos accidentales con los que pueden contraer enfermedades graves con el VIH/Sida o la hepatitis B; manejo de medicamentos peligrosos que provocan cáncer o problemas en la reproducción humana; agresiones; carga excesiva de trabajo e incluso problemas de conciliación son los mayores riesgos laborales a los que se enfrentan las enfermeras. “La seguridad de los sanitarios es primordial para poder continuar ofreciendo cuidados de calidad a la población. Los equipos de protección, las tecnologías seguras y las prácticas adecuadas están disponibles y no son costosas, pero es poco probable que los empleadores las introduzcan universalmente a menos que estén obligados a hacerlo. Necesitamos normas contundentes que obliguen a proteger a los profesionales”, destaca Pérez Raya.